El programa de restauración neoliberal se ha puesto en marcha con una velocidad inusitada.
La transferencia masiva de ingresos hacia los sectores más poderosos de la sociedad que se consumó con el quite de retenciones y la megadevaluación –a lo que pronto se sumará el tarifazo en los servicios de luz, gas y transporte–, el intento de suprimir la división de poderes introduciendo empleados del Poder Ejecutivo en la Corte Suprema, la redefinición pro Estados Unidos de nuestra política regional producida por Macri con su ataque al gobierno legítimo de Venezuela y el avasallamiento institucional contra dos agencias, la Afsca y la Aftic, creadas por ley como organismos autárquicos, conforman un cuadro de cambio vertiginoso de la situación política argentina.
No hubo campaña de miedo en los días previos al ballottage, hubo un alerta a la sociedad, cuya pertinencia está siendo duramente demostrada: el macrismo es una nueva manera de presentarse del viejo proyecto oligárquico de dominación. Claro que la nueva manera tiene una extraordinaria significación histórica, puesto que consiste principalmente en su acceso pacífico y democrático al gobierno nacional.
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